Muchas personas nos hacen esta pregunta como resultado de un sentimiento de frustración sobre sus propios intentos por hacer del trabajo colaborativo parte de su vida diaria, ya sea en su trabajo o en sus propias familias.
Únicamente tenemos que presenciar eventos como la Copa del Mundo de Fútbol Soccer, el Cirque duSoleil, o el espectáculo del medio tiempo del Super Bowl para saber que la respuesta sobre si el trabajo en equipo es una realidad o no, es un rotundo ¡SI!
La pregunta real debería de ser: ¿Cómo logran que suceda? o mejor aún, ¿Cómo podemos NOSOTROS lograr que suceda?
En su columna vertebral, y trabajando hacia atrás en el tiempo, lograr la excelencia en el trabajo en equipo requiere de muchas horas de dura práctica, para lo cual es necesario una disciplina férrea. La disciplina requiere del establecimiento de reglas. La aceptación y el seguimiento de las reglas establecidas demanda la subordinación de la voluntad de cada uno de los miembros a la meta del equipo.
Así que, en el fondo de todo, y como el cimiento del trabajo colaborativo, está el deseo de todos y cada uno de los miembros del equipo a subordinar su mente al objetivo del equipo.
Y es precisamente esto lo que hace al trabajo en equipo algo tan difícil de lograr, particularmente en estos tiempos en que el individualismo se ha convertido en el soberano de las actitudes humanas hacia la vida.
Por ejemplo, el logro de una cultura de trabajo colaborativo efectiva, requiere compartir conocimientos, recursos y responsabilidades. Esto significa que, aunque cada miembro del equipo tenga una función específica asignada, no pueden estar limitados o restringidos por el alcance de esta función. Ellos deben estar dispuestos a alterar su rol tanto como el desempeño del equipo lo requiera para la consecución de su meta.
El éxito del trabajo en equipo nunca será posible si los miembros del equipo acaparan sus conocimientos, recursos y autoridad, empleándolos únicamente en el desempeño de la función que les fue asignada. De hecho, bajo estas condiciones, lograr cualquier cosa es prácticamente un milagro.
El primer paso para dar al trabajo colaborativo una verdadera oportunidad de existir debe ser dado por el líder del equipo, quien debe ser el primero en subordinar su mente e intereses personales a la meta del equipo. Su capacidad para aprender con el equipo conforme el proyecto se lleve a cabo, así como para respetar las decisiones del equipo, serán la clave para dar forma a la actitud del equipo hacia el proyecto.
Él o ella se convertirán en el blanco de un constante y detallado monitoreo por parte de cada uno de los miembros del equipo, quienes estarán midiendo en todo momento su verdadero nivel de compromiso hacia la meta colectiva. Cada uno de sus movimientos será observado e interpretado por los miembros del equipo. Algunos de ellos incluso pondrán a prueba de diferentes formas al líder antes de que puedan realmente confiar en sus intenciones.
Uno de los ejemplos más poderosos de subordinación de la mente e intereses de un líder a la meta del equipo es el proporcionado por Keith McFarland en su libro “The Breakthrough Company”
“Al final de la revolución americana, la joven nación se encontraba en serios problemas: en bancarrota, agotada por ocho años de guerra y resquebrajada por discordias internas. Algunos de los militares creían que a menos de que coronaran un Rey, las oportunidades de la nación de lograr la unidad y sobrevivir eran mínimas. El general George Washington era su elección natural. Los otros padres fundadores de la nación eran un racimo brillante- Thomas Jefferson, Alexander Hamilton, John Adams, y James Madison- pero, como líder, Washington sobresalía sobre todos ellos. Y al llegar la Revolución a su fin, su status se encontraba en su ápice. Como comandante en jefe, él había mantenido el esfuerzo revolucionario unido y dirigido a una milicia harapienta hacia la victoria sobre la mayor potencia mundial militar de ese entonces. Pero cuando Washington se enteró del plan para coronarlo como Rey, rechazó rotundamente la oferta. En lugar de aceptar la corona para él mismo, Washington insistió en coronar a la nación. El pensaba que los americanos estaban construyendo una nación que sería mas grande que cualquier persona.”
Este ejemplo nos permite aclarar que de ninguna manera el trabajo colaborativo representa el sacrificio de la mente y los intereses particulares por el bien del equipo. Asumiendo un enfoque realista de las cosas, sabemos que prácticamente nadie puede ser tan desinteresado todo el tiempo (Por lo menos no la mayoría de las personas que trabajan en las organizaciones de negocios)
El verdadero trabajo en equipo tiene que ver con la subordinación de nuestra mente e intereses al objetivo del equipo bajo la creencia de que el resultado final para todos los involucrados, será por mucho mejor que lo que cualquier miembro del equipo pudiera haber logrado trabajando por su cuenta. Se trata de trabajar para algo mucho más importante y duradero que únicamente la generación de utilidades o fama.
Si usted cree que esto es pedir mucho de manera regular, le invitamos a que asista a una de las Asambleas de los Testigos de Jehová en cualquier parte del mundo, y se maraville ante el grado de organización que han desarrollado en todo lo que hacen. Cada aspecto de estos eventos, a los que asisten decenas de miles de personas de todo tipo de culturas, es llevado a cabo cuidando el mas mínimo detalle y su ejecución es perfecta.
Si usted prefiere un ejemplo más mundano, únicamente visite cualquiera de los parques de diversiones de Disney. En ellos se reciben todos los días a miles de visitantes regularmente y se imprime, en cada uno de ellos, los que serán algunos de los recuerdos más maravillosos de su vida.
Y por si queda alguna duda, la sinergia que se genera alrededor de una tragedia es uno de los mas claros y conmovedores casos de integración espontánea de una población en pos de un fin común: salvar vidas. Quienes vivimos el Terremoto de México en 1985 sabemos de lo que es capaz una comunidad sin importar su tamaño cuando encuentra un sentido para su unión, sin importar que el líder (en este caso el presidente) se tardara en reaccionar y sin que existiera convocatoria alguna ya que la ciudad estuvo incomunicada por horas, para cuando los medios masivos de comunicación pudieron dar testimonio de lo que ocurría, la gente ya se encontraba mezclada con el ejercito rescatando personas de los escombros.
El factor común en estos ejemplos es que, cada uno de los miembros de estas situaciones ha decidido subordinarse al objetivo del grupo. No como un sacrificio personal, o porque no existan otras opciones. Lo hacen porque creen firmemente que contribuir al logro de su equipo es mucho más importante y les proporciona a ellos mucho mayor satisfacción en sus propias metas personales, que cualquier cosa que puedan lograr por si mismos.
Así, que ¿es el trabajo en equipo una realidad? Puede apostarlo, siempre y cuando pueda subordinar su propia mente e intereses a la meta del equipo.
Ahora, la pregunta que queda es: ¿Está usted dispuesto a hacer justamente eso?
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