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Buenas Intenciones vs. PROYECTOS


Una de las aplicaciones más poderosas de la Teoría de las Restricciones tiene que ver con la Gestión de Proyectos. Y si bien, hablar sobre la solución basada en la identificación de una Cadena Críta de eventos y su protección a través de un Buffer de Proyecto, siempre me resulta apasionante y soy capaz de hacerlo por horas. La experiencia me ha enseñado que existe un tema mucho más básico que debe ser abordado y aclarado muy bien antes de tocar el tema de una metodología para la Gestión de Proyectos.


Y me refiero a la diferencia entre tener buenas intenciones de hacer algo (cualquier cosa) y lo que oficialmente podemos considerar un proyecto. Con demasiada frecuencia, las organizaciones lanzan iniciativas de cambio a las que llaman "proyectos de mejora", y que en realidad se trata de una buena intención. Y lo que pasa normalmente con estas buenas intenciones disfrazadas de proyectos, es precisamente: ¡que no pasan! Si, se inician, muchas veces con una reunión muy impresionante de kick-of (nos encanta usar estos términos en inglés, ¡nos hace ver como muy sabiondos!), pero después de iniciados, en algún punto se detienen y mueren muuuy lentamente.


Y precisamente esa es una característica clave de un verdadero proyecto: ¡TIENE QUE PASAR!, como dirían en Argentina, se tiene que llevar a cabo "Si o Si"


No, seguramente ni va a ser ejecutado ni terminará exactamente como lo concebimos, pero de alguna manera deberemos llegar al final. Esta es la segunda característica clave de los proyectos, es mas lo que NO SABEMOS que va a pasar (lo iremos descubriendo en el camino) que lo que SI SABEMOS o planeamos. Y si bien no tenemos claro el proceso, tenemos muy claro lo que deseamos lograr al final.


Gestionar un proyecto implica vencer cualquier obstáculo que aparezca en el camino. No hay opción. ¡A rajarse a su pueblo! En el mundo de proyectos no hay opción. Es posible replantear los objetivos y cambiar por completo el plan, pero nunca se podrá poner en duda el logro final.


Los mismos temas, los mismos objetivos, pueden ser considerados por algunos como una buena intención y por algunos otros como un proyecto. ¿reducir desperdicios?; ¿aprender Francés?; ¿viajar a la luna?. La diferencia es un tema de intencionalidad y tiene mucho que ver con el carácter o personalidad de cada persona u organización.


Así que la próxima vez que sientas ganas de declarar un objetivo como proyecto piénsalo bien. Recuerda que en proyectos no hay opción de fallar. No hay reversa. Los proyectos cambian el mundo, para bien o para mal, en maneras que no siempre podemos prever.


Las buenas intenciones son necesarias para la generación de proyectos. Pero nada es mas efectivo para generar el desperdicio de recursos y tiempo que disfrazar una buena intención como proyecto.


¿Quieres resolver el dilema? ... ¡haz tu NUBE!



 
 
 

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