¡Vivo rodeado por gente que no me entiende! … ¡Pido una cosa y hacen otra! … ¡Si quiero las cosas bien hechas, las tengo que hacer yo! … ¡me piden grandes resultados y me dan equipos incapaces! ...
Quejas cómo estás son muy frecuentes en mi historia aplicando los principios de TOC. En general, todos estamos convencidos de que somos muy claros en lo que pedimos y de que lo que solicitamos no requiere gran ciencia. Sin embargo, desde nuestros hijos, hasta nuestros colaboradores de trabajo, hacen las cosas muy diferente a como lo indicamos.
Realmente, de corazón, llegamos a la conclusión de que si queremos algo bien hecho, lo debemos hacer nosotros mismos. Y lo curioso es que TODOS llegamos a la misma conclusión olvidando que nosotros también somos parte del grupo que “no capta bien” las instrucciones. Eli Goldratt decía que justo en el momento en el que nosotros llegamos a la conclusión de que la otra persona es un necio, que no entiende de razones … justo en ese momento, la otra persona esta pensando lo mismo acerca de nosotros. Así que ese es el momento para hacer una pausa (Eli nos recomendaba ir al baño a pensar) y ver la conversación desde otro ángulo, usar el enfoque Sistémico.
Lo primero es entender que si estamos teniendo una conversación o discusión con alguien, ese alguien y nosotros TENEMOS que tener un lazo en común, algo que nos hace estar juntos en ese momento. ¿El trabajo? ¿La familia? ¿El amor? … ¿Cual es el Sistema al que ambos pertenecemos y por el que no podemos mandarnos al infierno mutuamente?
Lo siguiente es recordar cual es la meta de nuestro sistema: ¿Generar utilidades? … ¿Pasar unas vacaciones sensacionales? … ¿Tener un compañero de vida? …
Y habiendo contestado las dos preguntas anteriores, el tercer paso es recordar que la mano y el pie son partes del mismo cuerpo, tienen algunas cosas en común, pero tienen puntos de vista y percepciones de TODO completamente diferentes.
No se trata de quien tiene la razón, porque ambos la pueden tener y aún así querer hacer cosas diferentes. Se trata de como podemos sumar nuestras capacidades para agregar valor al sistema que nos une.
Retomando el argumento de Goldratt. Si usted siente que su gente no lo entiende, es hora de preguntarse: ¿Usted entiende a su gente?
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