
Muchas metodologías de mejora tienen como inicio la identificación de un problema raíz. Esta idea de que todos nuestros problemas tienen un solo punto de inicio y que seremos mucho mas efectivos si enfocamos nuestros esfuerzos de mejora en ese punto ha rondado la mente del ser humano por cientos de años. Ya había pensadores griegos, árabes y chinos que tocaban el tema. El mensaje central de Jesús sobre el comportamiento humano es precisamente este (Mateo 6:33)
Así que la Teoría de las Restricciones no fue la primera ni la última en proponer este enfoque. Por esta razón, mucha gente habla de los problemas raíz con toda naturalidad, como si fueran algo tremendamente obvio.
Lo interesante, después de haber dedicado 30 años de mi vida a identificar y señalar problemas raíz de todo tipo, es que los problemas raíz parecen tener algún componente mágico que los hace evidentes para todo el mundo, ¡excepto para quienes los están viviendo!
Lo normal es que las personas que viven estos problemas, ya hayan hecho varios intentos por resolver el problema raíz, pero como no lo han podido resolver definitivamente (que no vuelvan a aparecer nunca), llegan a la conclusión de que estos problemas raíz son parte inevitable de la vida. "Así es este negocio"; "Así es esta industria"; "Así somos en esta familia".
Así que en algún punto en el tiempo, se dan por vencidos y aceptan como un hecho que este problema y todas sus consecuencias son hasta necesarios para el logro de algo importante: "es la cruz que me tocó cargar", "no pain, no gain", etc.
Lo que no siempre es muy claro es que existe una gran diferencia entre el Problema Raíz y la Causa Raíz. Y este no es un juego de palabras. Todo problema raíz tiene una causa y esta causa no siempre es un problema. De hecho, en innumerables ocasiones hemos encontrado que la causa raíz resulta ocultarse detrás de algo considerado como bueno, algo como un principio moral o un principio ético ¡Y esto es lo que hace a los problemas raíz tan difíciles de eliminar!
¡Por supuesto! Necesitamos un ejemplo para explicar mejor este punto, aquí va: "No debo causar pleitos". Este es un principio moral muy básico y muchas personas dicen respetarlo. Y como no queremos causar pleitos, entonces no decimos lo que pensamos, y como no decimos lo que pensamos surgen muchas complicaciones en nuestra vida, entre ellas que nosotros nos sentimos incomprendidos ... pero, ¿como nos van a comprender si no decimos lo que pensamos?. Entonces el problema raíz, el problema debajo de muchos de nuestros dolores de cabeza, es que no decimos lo que pensamos. ¡Pero esta NO ES LA CAUSA RAÍZ!
La causa raíz se oculta detrás de nuestro principio de no causar pleitos. Por esta razón, mucha gente piensa que la solución es decir lo que piensan sin importarles si causan pleitos, y entonces generan mas y peores pleitos, por lo que tarde o temprano regresan a su posición inicial de no decir lo que piensan. Y así es como decidimos que así es la vida: "calladito me veo mas bonito" ...
Pero no. La verdadera causa raíz no es nuestro principio de no causar pleitos. En este caso, la verdadera causa raíz, y a lo que le tenemos que poner solución, es a nuestra incapacidad para decir lo que pensamos sin causar pleitos. Ah! pero entonces muchos se quejarán de que así no se pueden expresar libremente. ¡Pues justo esa es la causa raíz! Tenemos que encontrar las formas de expresar nuestros puntos de vista libremente sin causar pleitos. ¿es imposible? ¡no! ... ¿es fácil? ¡no, tampoco! ... y de ahí que muchos prefieran seguir quejándose antes que solucionarlo.
Entonces. No creas que encontrando el problema raíz acabaste la chamba. Ahora sigue encontrar la causa raíz y generar una solución aplicable a la realidad del caso. En nuestro siguiente blog platicaremos de como se hace eso ...

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